La magia del vidrio de mar
Cada pieza de vidrio de mar guarda una historia que comenzó mucho antes de llegar a mis manos. Nació como un simple fragmento de vidrio perdido en el océano —restos de botellas, frascos o antiguos objetos que, por descuido o por el paso del tiempo, terminaron en el mar.
Con los años, la fuerza de las olas, la sal y la arena transformaron esos fragmentos en pequeñas joyas naturales: suaves, mateadas y llenas de encanto.
El vidrio de mar es un testigo silencioso de vidas pasadas: puede haber viajado por costas lejanas, haber sido acariciado por cientos de mareas y haber brillado bajo soles que ya nadie recuerda.
Cada color tiene su misterio —los verdes, blancos y marrones son los más comunes, compañeros inseparables del tiempo, seguidos de los azules y turquesas, menos comunes, y los rojos son verdaderos tesoros que se esconden entre el oleaje la arena y el viento, todos ellos formaron parte de antiguos y olvidados objetos de cristal que algún día pertenecieron a alguien.
Mis cuadros no son solo piezas decorativas; son fragmentos de historia, de momentos y de vidas ya olvidadas. Cada obra es una invitación a contemplar la poesía de lo simple, a valorar la transformación y a recordar que también nosotros podemos convertir lo negativo en algo hermoso cuando actuamos con amor y respeto por nuestro entorno.